Consecuencias
Lo que vimos en la película “Cisne negro” no queda lejos de lo que puede llegar a ser formar parte de la élite del exclusivo mundo del ballet clásico. Un círculo al que no todo el mundo tiene el privilegio de entrar, ya que se exige estar psicológicamente preparado y cumplir unos cánones y unas proporciones físicas muy específicas.
El ballet es una formación del cuerpo, aunque también habría que llamarlo deformación. Todo es muy antinatural por las posturas que hay que hacer.
Las lesiones que más prevalecen en esta práctica son los daños por sobrecarga, los esguinces, las contracturas musculares o las fracturas que pueden llegar a acabar con la carrera del bailarín. Más que una lesión concreta lo que puede obligar a la retirada del bailarín es que las condiciones biomédicas no sean las más correctas y esto vaya provocando una acumulación de lesiones que llegue a un punto insostenible; aunque también pueden producirse grandes traumatismos como la rotura de ligamento cruzado anterior, el impingemento síndrome de compresión de tobillo.